REGLAS Y ÓRDENES DE LA CASA DEL CAFÉ
Entren,
señores, con libertad, pero si quieren, primero,
examinen nuestras reglas de urbanidad, que aquí
enumero.
Primero, nobles
señores, negociantes, sean bienvenidos,
y puedan
juntos sentarse y estar bien avenidos:
pierdan la
noción del asiento preferente,
pero no dejen
de buscar un sitio aparente:
si persona de
más alta condición viniera,
ninguno por obligación su puesto le cediera;
limitar el gasto, nos parece injusto,
pero aquel que blasfeme pagará doce peniques justos:
el que aquí comience una pelea,
que por su pecado a todos pague un plato, sea;
y lo mismo, para aquel que tenga por cumplido
lanzarle al amigo el café servido;
quedan los ruidos de las disputas prohibidos,
y los amantes que lloran por las esquinas excluidos,
hablen todos animosos, pero sin pasarse,
lo sagrado, sí que no puede tocarse,
ni se profane la Escritura, ni con descaro evidente
se menoscabe al Estado con lengua irreverente:
prevalezca un júbilo afable, y nadie deje,
que su chanza la doblez refleje;
para que esta casa quede sin reproche y más tranquila,
prohibimos los dados, las cartas, y todo juego que se
estila:
tampoco permitimos apuestas, que superen
los cinco chelines, pues de otro modo problemas
surgieren;
que el dinero que uno pierde y a otro pasa
se gaste en la buena bebida de la casa,
y en lo posible, los clientes se atengan,
a un horario razonable, cuando vengan.
Por último, que cada hombre pague lo servido,
y así será aquí cada día bien recibido.
P.D. El poema "The Rules and Orders of
the Coffee House" apareció publicado en Londres en 1674,
cuando el café ya era popular en la capital inglesa. En lo que a la traducción se refiere, he dejado casi idéntica la puntuación
original, a pesar de su falta de sistema, que es la de su tiempo.
Para evitar confusiones, no es su aspecto sintáctico, gramatical, lo
que hay que observar en ella, sino la pausa que sus signos en distinta
medida aportan a la lectura.
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