sábado, 2 de abril de 2022

Fotos de Arrakis

 

      
        "Tendrías que haber estado allí", me dice el compañero, para mostrarme de seguido las fotos de su primer viaje a Arrakis. Se ha preocupado de imprimirlas (en buen papel, además), y las va pasando ante mis ojos. "Son fantásticas", le digo, y en esto no falto a la verdad, pues todo son formas y paisajes excepcionales, muy bien presentados. Pero del exceso de pulcritud, de la limpieza con que me enseña ese mundo, que los periódicos siempre me han vendido como extraño y peligroso, no digo nada. "Sí, me gustaría conocerlo", añado, y esto también es cierto, porque el camarada, con sus fotos y comentarios, no sabe contarme una historia de aquella provincia, no de un modo que me enganche. Así, durante un rato (dos horas y media, más o menos), voy siguiendo sus andanzas, mirando las imágenes y pensando en cómo será ese sitio en realidad. Porque no llego a creérmelo así, a la manera de un catálogo de postín, con objetos bien iluminados y breves anotaciones al margen. ¿Dónde queda lo incierto, dónde la sugestión de aventura? A mí no me gusta mucho ir de viaje, y al desierto de Arrakis no viajaría ni de broma, pero aprecio una buena historia como el que más, y la suya no me aporta otra cosa que una sesión de fotos un tanto aburrida. Aunque de esto a él, que sabe manejarse con la cámara y con sus imágenes quiere agradar, prefiero no decirle nada.