domingo, 31 de octubre de 2021

Rótulos

 
      A propósito de un cuento de Chesterton, no sé por qué los editores rechazan, de costumbre, incluir en la portada su título completo. Esto es, El hombre que era Jueves: una pesadilla, negando a la imprenta y al público las dos últimas palabras. Quizá sea porque pesadilla es el género de la obra, como en otros casos lo son la fábula o el ensayo. Entonces, ¿por qué no dedicarle un estante? Allí irían nombres como La metamorfosis, de Kafka, o La rebelión de las masas de Ortega. Claro que, puestos a sugerir cambios constitucionales, tampoco estaría mal una librería donde, bajo rótulos comunes, los libros estuviesen ordenados a capricho. Sería una experiencia curiosa, cuando menos. Como en aquella ocasión en que descubrí, en una tienda del Rastro, un ejemplar de la Biblia recogido en la tabla de las intrigas. O quizás fuera en utopías, ya no recuerdo, pero la impresión del momento se me ha quedado—la picardía de un librero de viejo en una mañana de domingo. Según escribo, pienso que tiene que haber por fuerza locales así, donde se juega con los lemas, sólo que no los conozco. ¿Tal vez tú, lector, sepas indicarme alguno? ¿O si no, señalarme esa ficción donde asoma uno del estilo? No me sorprendería que J. K. Rowling lo hubiese incluido en sus novelas, parece algo propio de ella… Si por torpeza me estoy refiriendo a algo de sobra conocido, espero que al menos se me permita que imagine, brevemente, mi propia librería, con los títulos ubicados a mi gusto. Por ejemplo, y sin querer con ello hacer enmienda al librero del mercadillo matritense, yo situaría la Biblia en la sección de poesía; La caída de Constantinopla, de Runciman, en novelas de aventuras; Frankenstein, de Mary Shelley, en ecología y medio ambiente; la España inteligible de Julián Marías, en biografías, y el Diccionario de la lengua española en la zona de romances, por citar cinco casos. Y en cuanto a la tienda en sí, y con esto termino, supongo que por razones prácticas no me quedaría otra que presentarla bajo el distintivo habitual. Pero quizás, siguiendo un poco a Chesterton, podría llamarla Librería Duermevela. Por cierto, el libro de Chesterton está bien, lo recomiendo.