sábado, 13 de enero de 2018

El guaperas


     "Las tierras del castillo protestaron con la magia de una ola crecida de viento. Fuera, el cielo era un gran techo negro, lleno de sangre. De la choza de Hagrid escapaban, sin rumbo, sonidos únicos, los gritos desdeñosos de un mobiliario poseído en propiedad. Ah, la magia: era algo que Harry Potter encontraba muy bueno".

     Este es, en adaptación libre, el párrafo con que abre el capítulo "El guaperas", parte de un imaginario nuevo libro de la saga Potter, creado por el colectivo artístico Botnik. Lo interesante de este grupo de Internet es la forma en que trabaja, porque sus integrantes se sirven de un instrumento informático para hacer literatura. ¿En qué consiste este software, preguntarás? Se trata de un texto predictivo, que opera en función de la palabra que el escritor introduce en pantalla. Al recibirla, el programa analiza la obra original (por ejemplo, los siete libros que J. K. Rowling escribiera sobre el joven mago inglés) y, basándose en la frecuencia con que las palabras aparecen y se siguen en la misma, ofrece al usuario distintos términos con los que continuar escribiendo. Con esta ayuda, el autor compone el texto, atendiendo o no a las sugerencias de la máquina, según su criterio. El valor de este ingenio animado por un algoritmo reside en lo chocante que pueden resultar sus recomendaciones, en lo poético, en lo divertido de las mismas. Aunque su dinámica es en esencia la del viejo juego literario de cortar palabras para reordenarlas libremente, el mecanismo de Botnik presenta ventajas, como su facilidad de uso, el superior volumen de términos disponibles, y, si se quiere emular el cuento original, su noción de las estructuras lingüísticas primarias. Claro que —querrás saber— en el caso de la historia de Harry Potter, ¿qué tal resultado da?

     Los autores buscan soprender y lo consiguen, al traicionar de continuo las expectativas del lector, mediante imágenes insólitas, giros inesperados y un mínimo de lógica argumental. El párrafo del principio, por ejemplo, guarda similitudes temáticas con los originales, pero se revela del todo indiferente a la edad del lector, de costumbre muy joven, con su airosa fantasía. Y aquel otro, donde los protagonistas desean abrir una puerta que se les resiste, “'Está cerrada', dijo el señor Escalera, el fantasma de la ropa raída. Los chicos miraron a la puerta, gritando de lo cerrada que estaba y pidiéndole que se cambiase por una esfera pequeña. La contraseña —voceó Hermione— era '¡Mujeres vacunas!'”, muestra a los muchachos presa de una incongruente y cómica histeria, que termina, en tradicional estilo, cuando el personaje de Hermione encuentra la forma de salir del atolladero. Estas son frases de singular viveza, que destacan sobre la mayoría en un conjunto accidentado por la voluntad de Botnik de extrañarnos a cada momento. Si estética y argumentalmente la historia resulta irregular, el atractivo de la misma viene limitado, además, por la condición de que el lector conozca, al menos en parte, el relato de Rowling. Así, una oración como "El cerdo de Hufflepuff palpitaba como una enorme rana mugidora. Dumbledore le sonrió y, situándole una mano sobre la cabeza, le dijo: 'Ahora eres Hagrid'", a mí me divierte, por su excéntrica mezcla de personajes y actitudes. Pero a quien ignore quiénes son el mago Dumbledore y el guardián Hagrid, que el primero nunca cedería alegremente a otro el puesto del segundo, y que el animal que se nombra no existe en el colegio de hechicería donde ambos viven, acaso le dejará impasible. Más allá de lo literario, Botnik ha generado para "El guaperas" las hojas del capítulo del supuesto nuevo libro, siendo una de ellas la de la fotografía que aquí acompaña (puede verse, con las demás, en http://botnik.org/content/harry-potter.html). La de este colectivo artístico es, en definitiva, una propuesta que merece una lectura, sobre todo si ya estás al tanto de las aventuras del joven Potter.