sábado, 31 de mayo de 2014

Cosas mías

                   
                       Dicen que piensa primero en sí mismo y luego en los demás,
                       pero lo cierto es que no le dedica tanto tiempo a pensar.


lunes, 26 de mayo de 2014

Rilstone Blues Again


Lo dice Andrew Rilstone en otro excelente comentario:  la elección de las palabras en "Visions of Johanna" está determinada por los sonidos y no por los significados.

"Visiones de Johanna" es una de las piezas fundamentales de Blonde on Blonde, el disco de 1966 de Bob Dylan.  La canción empieza así:

         ¿Es que no es cosa de la noche el jugártela cuando intentas ser tan silencioso?  
         Estamos aquí sentados, varados, aunque todos nos esforzamos en negarlo
         Y Louise agarra un puñado de lluvia, tentándote a desafiarlo
         Las luces parpadean desde el apartamento de enfrente
         En esta habitación los tubos de la calefacción acaban de toser
         La emisora de música country toca suavemente
         Pero no hay nada, nada en realidad que apagar
         Sólo Louise y su amante tan entrelazados
         Y estas visiones de Johanna que conquistan mi mente

Para Rilstone, las rimas del americano encadenan las palabras y asocian las ideas.  Así, desafiarlo ("defy it", en el original) sigue a negarlo ("deny it") por su sonido.  Dylan no cuenta aquí una historia, no le impone una lógica al texto, nos dice Rilstone.  Si el conjunto aparenta significado, es porque nosotros se lo damos.  Los nexos "pero" e "y" nos aseguran la existencia de un sentido, ¡pero no lo hay!  Uno, no:  hay tantos como oyentes encuentra la canción.  Claro que, si Dylan no hubiese elegido las palabras, señala Rilstone, la cosa no sería igual.  La habilidad para encadenar sinsentidos hace grande "Visions of Johanna", y esto, añado yo, no es ningún sinsentido.



Un enlace a la canción:  https://www.youtube.com/watch?v=seh3WQddqzs.  Si no te gusta Dylan, dos minutos bastan, porque la música varía poco.

Las ideas de Rilstone se encuentran aquí:  http://www.andrewrilstone.com/2010/09/12-return-iii.html

Publicidad

Con la final de la Copa de Europa ya celebrada, me fijo en un cartel de Heineken.


El eslogan "Lo que pasa en Lisboa se queda en Madrid" adapta, me parece, la frase "Lo que ocurre en Las Vegas, se queda en Las Vegas".  Este dicho, aunque conocido por la película Resacón en Las Vegas, tiene su origen en el adagio americano "Lo que aquí ocurre, aquí se queda", creado para promocionar la Ciudad del Pecado.

Lo que pasa, creo yo, es que para entender la genialidad de los publicistas de Heineken hay que saber inglés y haber visto cine.  Y claro, uno se queda asombrado.

sábado, 10 de mayo de 2014

Fauna tosca

Leyendo a Lovecraft me acuerdo de Julián Marías.

H.P. Lovecraft escribió en "El horror de Red Hook" sobre un barrio "moral y espiritualmente putrefacto" que no siempre fue así:

"Antaño se representó aquí un cuadro más luminoso, con marinos de ojos claros en las calles bajas y hogares de buen material y buen gusto en la colina donde las casas mayores se alinean.  Uno puede encontrar señales de las reliquias de esta antigua felicidad en las formas esbeltas de los edificios, las gráciles iglesias ocasionales, y las evidencias de un arte y un ambiente originales, en detalles pequeños aquí y allá -un tramo de escaleras gastado, un maltrecho portal, un par de columnas o pilastras decorativas devoradas por los gusanos, o un fragmento de un espacio que fue verde con dobladas y oxidadas barandillas de metal".

El devenir del barrio de Red Hook me recuerda a otro pasaje, uno que Marías dejó en Nuestra Andalucía al pensar en ciudades viejas, como Florencia o Toledo:

"¿Tienen el alma que corresponde a esos edificios, a esas calles y plazas, a esas ventanas, miradores, torres, tejados?  (...)  A veces pensamos que la ciudad viva responde a su pretérito;  pero en ocasiones nos parece que la maravillosa ciudad está "ocupada" por una fauna tosca sin más título a la posesión que la descendencia biológica, y entonces nos invade un extraño malestar, que a veces linda con la repugnancia.  La ciudad sublime parece mancillada, profanada por sus habitantes nativos, y las piedras enrojecen de vergüenza".

Me gusta el aire lovecraftiano del texto, aunque los dos hablen de cosas distintas.

El autor de los mitos de Cthulhu encuentra en la mezcla genética y las costumbres exóticas de sus habitantes las razones del derrumbe moral y material de Red Hook.  El ensayista español achaca el abatimiento urbano, cuando se da, a la desmemoria y a la falta de educación colectivas, que hacen que la ciudad sea solamente un sitio para vivir y no algo vivo.  Los culpables elegidos por los escritores cambian, pero ambos tienen a la tradición por víctima.

La tradición da coherencia a las ciudades, las hace comprensibles.  Cuando la tradición se abandona, y se busca una fórmula de éxito para obtener un rendimiento económico o disfrutar de "lo nuevo" (que es, justamente, lo que quiere esa gente extraña de Red Hook, y lo que quieren tantos alcaldes en España), notamos un malestar, y luego añoranza, porque las formas antiguas tenían, si no siempre gracia o arte, sentido de comunidad.  Julián Marías vivió para ver el desastre actual de las ciudades españolas, y escribió sobre ello, pero quizás hubiera sido necesario un Lovecraft para popularizar estas ideas, a través de la ficción.

Que parece que los urbanistas actuales se hayan confiado todos a Cthulhu.


viernes, 2 de mayo de 2014

Jolly tune



Kirk Douglas canta "The Moon Grew Brighter and Brighter", como en La pradera sin ley (King Vidor, 1955).  La foto es de Veinte mil leguas de viaje submarino, ya lo habrás notado, yo no sé por qué.