miércoles, 20 de febrero de 2019

Por Tutatis


      "¡Decaigamos, decaigamos!" es una frase del álbum Astérix en los Juegos Olímpicos. En la villa olímpica los galos, en vez de entrenarse, se están dando la gran vida, y los deportistas romanos les imitan. Los de Esparta, a régimen de higos y carne cruda, exigen las ventajas de sus rivales, pero el entrenador griego lo rechaza, señalando que aquellos son unos decadentes. La respuesta que recibe es categórica: "¡Decaigamos!".
      La escena viene al caso porque, en La voz de Galicia, apareció no hace mucho un artículo en el que se usaba esta secuencia para tratar de política. Transfiguraba Blanco Valdés, el autor, la dieta gala en injustas concesiones del Gobierno a los separatistas catalanes, y el deseo heleno de mejores bocados en un potencial afán de los demás españoles de obtener privilegios similares. Más allá de la oportunidad de la semejanza, lo que me intriga es que hoy sea posible leer en el periódico (también pueden encontrarse en El País, en La Vanguardia o en el ABC) referencias a Astérix, con menciones a la aldea de los irreductibles o a la poción mágica, o al descreído "¡Están locos, esos romanos!" de su compañero (bajo de tórax, que no gordo) Obélix. El motivo de la mención es claro: los lectores que crecieron, que crecimos con Astérix vamos ganando en años, y sus aventuras se nos aparecen ya como un referente autorizado. Es algo que me hace gracia, hasta que pienso si no será éste un síntoma de empobrecimiento, de rebaja cultural. ¿Son las alusiones al cómic, en el mejor de los casos, high low-brow, "vulgaridad excelente", como alguien definía la música de David Bowie? No sé qué decir. Muchos no tenemos a los griegos y a los latinos en la cabeza (a los de verdad, no a los de Goscinny y Uderzo), o no los manejamos con soltura. Y los griegos y romanos antiguos van de la mano con los clásicos españoles, de modo que desconocer a unos es ignorar a los otros, en parte. Tal vez Astérix esté ocupando un espacio que, en otro tiempo, hubiera correspondido a los héroes de las viejas aventuras literarias, gente sólida de probado carácter poético. Quizás los lectores estemos decayendo, como los mismos galos. O quizás esas alusiones sean un (fortuito) llamamiento a decaer, divulgado por escritores complacientes, o un certificado de nuestra lasitud retórica. ¿Estamos, unos y otros, abandonado las referencias cultas por otras más populares, dejando los higos y la carne cruda para tomar, no sé, las tripas de jabalí fritas en grasa de uro, o su equivalente moderno (con miel)? Puede ser...
      En cualquier caso, yo lo que querría, si ahora en la prensa autóctona van a multiplicarse las citas a los cómics, es que los plumillas no dejaran de lado a Tintín y al Capitán Haddock. Que recordaran también a esos valientes de la Galia Bélgica, cuando la pieza de turno lo permitiera. Porque si vamos a decaer, ¡por Tutatis!, hagámoslo en condiciones, tengamos la más autorizada de las decadencias.