lunes, 14 de enero de 2019

Crudo




      La clave de Crudo, esa historia de feroces afectos colegiales, puede estar en unas palabras del principio. Charlando con sus compañeros, la protagonista, vegetariana, afirma la igualdad en derechos del hombre y los demás animales. La suya es una defensa encendida, pero superficial, lo que apunta a una falta de convencimiento por su parte. Luego (spoilers, ojo) ella prueba la carne humana, con sorpresa pero sin demasiados miramientos. Sin otra premisa que las ganas de comer, se diría que descubre entonces aquello que hace del hombre una criatura más, igual a las otras: ser alimento, carne a fin de cuentas. Es un hallazgo que tiene consecuencias desastrosas, para la protagonista y para los demás. Yo no estoy seguro de si Crudo quiere funcionar como una crítica del naturalismo más extremo, si pretende mostrar por lo simbólico el peligro de que nos veamos sólo como animales, rechazando nuestra diferencia. Quiero creer que sí, que esa es su intención; al menos de ese modo me resulta un poco más suave el pase de esta película francesa, que tan incómoda es a veces como meritoria.