Lo dice Andrew Rilstone en otro excelente comentario: la elección de las palabras en "Visions of Johanna" está determinada por los sonidos y no por los significados.
"Visiones de Johanna" es una de las piezas fundamentales de Blonde on Blonde, el disco de 1966 de Bob Dylan. La canción empieza así:
¿Es que no es cosa de la noche el jugártela cuando intentas ser tan silencioso?
Estamos aquí sentados, varados, aunque todos nos esforzamos en negarlo
Y Louise agarra un puñado de lluvia, tentándote a desafiarlo
Las luces parpadean desde el apartamento de enfrente
En esta habitación los tubos de la calefacción acaban de toser
La emisora de música country toca suavemente
Pero no hay nada, nada en realidad que apagar
Sólo Louise y su amante tan entrelazados
Y estas visiones de Johanna que conquistan mi mente
Para Rilstone, las rimas del americano encadenan las palabras y asocian las ideas. Así, desafiarlo ("defy it", en el original) sigue a negarlo ("deny it") por su sonido. Dylan no cuenta aquí una historia, no le impone una lógica al texto, nos dice Rilstone. Si el conjunto aparenta significado, es porque nosotros se lo damos. Los nexos "pero" e "y" nos aseguran la existencia de un sentido, ¡pero no lo hay! Uno, no: hay tantos como oyentes encuentra la canción. Claro que, si Dylan no hubiese elegido las palabras, señala Rilstone, la cosa no sería igual. La habilidad para encadenar sinsentidos hace grande "Visions of Johanna", y esto, añado yo, no es ningún sinsentido.
Las ideas de Rilstone se encuentran aquí: http://www.andrewrilstone.com/2010/09/12-return-iii.html
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