jueves, 10 de julio de 2014

A la manera de Lorca

                                                          

Dejarme pasar, hombrecillos de los cuernos,
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.

                 De "Poema doble del lago Eden".








Fue después del bosque de los desperezos que Lorca encontró a Lucy.  Llegó a ella siguiendo el temblor tibio de su rastro.

—¿Eres un arqueólogo?
—No, niña.  Un arqueólogo no es un hombre, sino una flor de pimienta.

De camino a la teta de Juno, la encontró.

Con la piel destejida en el espino, rugía la sangre.  Lucy agarraba la raíz desdeñosa del aire.  Había llegado tarde, sí.  Demasiado tarde.  Ya hilaban las hormigas su densa red de olvido.  Vencía la paz.

Lucy estaba perdida cuando Lorca la encontró.


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