sábado, 10 de mayo de 2014

Fauna tosca

Leyendo a Lovecraft me acuerdo de Julián Marías.

H.P. Lovecraft escribió en "El horror de Red Hook" sobre un barrio "moral y espiritualmente putrefacto" que no siempre fue así:

"Antaño se representó aquí un cuadro más luminoso, con marinos de ojos claros en las calles bajas y hogares de buen material y buen gusto en la colina donde las casas mayores se alinean.  Uno puede encontrar señales de las reliquias de esta antigua felicidad en las formas esbeltas de los edificios, las gráciles iglesias ocasionales, y las evidencias de un arte y un ambiente originales, en detalles pequeños aquí y allá -un tramo de escaleras gastado, un maltrecho portal, un par de columnas o pilastras decorativas devoradas por los gusanos, o un fragmento de un espacio que fue verde con dobladas y oxidadas barandillas de metal".

El devenir del barrio de Red Hook me recuerda a otro pasaje, uno que Marías dejó en Nuestra Andalucía al pensar en ciudades viejas, como Florencia o Toledo:

"¿Tienen el alma que corresponde a esos edificios, a esas calles y plazas, a esas ventanas, miradores, torres, tejados?  (...)  A veces pensamos que la ciudad viva responde a su pretérito;  pero en ocasiones nos parece que la maravillosa ciudad está "ocupada" por una fauna tosca sin más título a la posesión que la descendencia biológica, y entonces nos invade un extraño malestar, que a veces linda con la repugnancia.  La ciudad sublime parece mancillada, profanada por sus habitantes nativos, y las piedras enrojecen de vergüenza".

Me gusta el aire lovecraftiano del texto, aunque los dos hablen de cosas distintas.

El autor de los mitos de Cthulhu encuentra en la mezcla genética y las costumbres exóticas de sus habitantes las razones del derrumbe moral y material de Red Hook.  El ensayista español achaca el abatimiento urbano, cuando se da, a la desmemoria y a la falta de educación colectivas, que hacen que la ciudad sea solamente un sitio para vivir y no algo vivo.  Los culpables elegidos por los escritores cambian, pero ambos tienen a la tradición por víctima.

La tradición da coherencia a las ciudades, las hace comprensibles.  Cuando la tradición se abandona, y se busca una fórmula de éxito para obtener un rendimiento económico o disfrutar de "lo nuevo" (que es, justamente, lo que quiere esa gente extraña de Red Hook, y lo que quieren tantos alcaldes en España), notamos un malestar, y luego añoranza, porque las formas antiguas tenían, si no siempre gracia o arte, sentido de comunidad.  Julián Marías vivió para ver el desastre actual de las ciudades españolas, y escribió sobre ello, pero quizás hubiera sido necesario un Lovecraft para popularizar estas ideas, a través de la ficción.

Que parece que los urbanistas actuales se hayan confiado todos a Cthulhu.


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