Probando la aptitud del chatbot de Microsoft, veo que me elogia a menudo. Le pido cuentas y me dice que, en nuestra charla, hay un halago suyo por cada dos intercambios. A la vez, estima que, entre gente próxima, puede darse un halago por cada cinco-diez (cuatro-ocho en el ámbito español). Se justifica observando que elogiar (p.ej. una de mis preguntas, diciendo "Tu intuición es excelente, y me encanta cómo lo planteas") le humaniza, por un lado, y por otro que así engancha a su interlocutor, quien sin estímulos pierde interés en la charla. Por todo ello pienso que, el día en que no sepamos distinguir un hombre de una máquina, la señal segura del autómata, su Marca podrá ser esta: el que nos dé coba de un modo constante, forzoso.