domingo, 17 de junio de 2018

Reencuentros


Varias sesiones en el Arqueológico más tarde...


     En esta copa griega encontrada en Medellín, hecha por un taller ático del siglo VI a. C., aparecen grabadas las palabras "Soy un vaso hermoso". Palabras que, si se atribuyen al ceramista y al pintor del vaso, pueden tomarse como una seña de orgullo por el trabajo bien hecho, y también como una muestra de temprano talento publicitario. La idea del mensaje comercial me hace pensar en la publicidad de hoy, que por comparación no resulta tan moderna. Particularmente en una consigna del periódico ABC, que en Internet se define a sí mismo como "El gran periódico español". Un lema que, si bien es tan subjetivo como el del vaso griego, creo que desmerece al diario, sea sólo por carecer de la aparente ingenuidad y la gracia del otro.







     Dice un texto que acompaña a la estatua de la romana Livia: "Representada con velo, como sacerdotisa del culto imperial a Augusto Divino, pasa a llamarse Julia Augusta; se está preparando para su futura divinización en el año 41". Me choca que, en la Roma republicana, se aceptara la divinización de sus jefes, idea de marcado carácter oriental, mientras que en el oriente mediterráneo se siguiera el camino inverso, con la humanización de Dios. No deja de sorprenderme que, en Roma, el vínculo de lo divino con lo político quisiera estrecharse, mientras que en Palestina se buscara deshacer el lazo, no sólo con el poder político, sino con la misma religión formalista. Y me entristece el pensar que, cuando ambas corrientes acabaron por confluir, la del joven galileo, no obstante su influjo benigno, se asimilase a la costumbre romana para, en cierta medida, volverse imperial ella misma.






     Observando las formas elegantes del arte andalusí, no me cuesta entender la demanda de arte mudéjar que hubo en los reinos cristianos peninsulares. A mí el estilo mudéjar me parece llamativo, no obstante, por un elemento que no se encuentra en el otro (no, al menos, en las colecciones del museo), y es la representación de la figura humana. Su dibujo se ofrece como medio con el que reflexionar sobre la existencia del hombre, sobre su identidad y su posición de ventaja en un mundo material. En la tabla burgalesa de la izquierda, pintada en torno al año 1400, un caballero combate a un dragón, significándose el dominio que el hombre pretende sobre la Naturaleza (la propia, y la que le rodea). Una potestad que, en parte, se va consiguiendo a través del uso de la imaginación y del lenguaje plástico.


jueves, 7 de junio de 2018

Me vi caer

 

    Leyendo El tesoro del holandés, de Pío Baroja, encuentro a un personaje con "una tendencia vagabunda de raza aventurera", y me parece que, si hubiese que definir el carácter del músico Santiago Auserón, esas palabras irían de maravilla. 
     Dejo aquí una canción de su disco El viaje, álbum de temas acústicos que es novedad en su repertorio.