martes, 22 de julio de 2014

Sigue mirando

                                                                                                                                            
La paseante inadvertida es Lucy.

Mira, es curioso.  Entre los que hablaban de ella, ninguno recordó la anécdota de cómo recibió su nombre. Una niña quería saber si lo que tenía delante era "un arqueólogo".  Una mujer se admiraba de la pequeña altura de su abuela de África.  Nadie mencionó que los científicos que la buscaban celebraron con música el haberla encontrado.  Lucy in the Sky with Diamonds, de los Beatles, sonó en la tarde africana.  ¿Se puede hablar de un suceso arqueológico mejor?




                                                    
Este trozo de piedra me asombra.  Si se compara con los bisontes de Altamira no parece gran cosa.  Pero las líneas que dibujaron sobre su superficie implicaban un cambio.  Un cambio de paradigma estético, que escondía una revolución del pensamiento.  O dicho de otro modo:  salió el hombre de la cueva al ver que se retiraban los Hielos, y se le puso el cerebro abstracto.                   




jueves, 10 de julio de 2014

A la manera de Lorca

                                                          

Dejarme pasar, hombrecillos de los cuernos,
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.

                 De "Poema doble del lago Eden".








Fue después del bosque de los desperezos que Lorca encontró a Lucy.  Llegó a ella siguiendo el temblor tibio de su rastro.

—¿Eres un arqueólogo?
—No, niña.  Un arqueólogo no es un hombre, sino una flor de pimienta.

De camino a la teta de Juno, la encontró.

Con la piel destejida en el espino, rugía la sangre.  Lucy agarraba la raíz desdeñosa del aire.  Había llegado tarde, sí.  Demasiado tarde.  Ya hilaban las hormigas su densa red de olvido.  Vencía la paz.

Lucy estaba perdida cuando Lorca la encontró.