lunes, 10 de marzo de 2014

Quítate, Shakespeare


Frank Sinatra y Janet Leigh tienen en El mensajero del miedo (John Frankenheimer, 1962) una de las conversaciones más extrañas y divertidas que he escuchado, tanto por las palabras como por la seriedad del momento.  Frank, agobiado por los recuerdos, busca el refugio de un compartimento entre vagones, y Janet, una compañera de viaje a la que apenas conoce, le sigue.  Empiezan a conversar:

J:  Maryland es un estado hermoso.
F:  Esto es Delaware.
J:  Lo sé.  Yo fui uno de los chinos que pusieron las vías en este tramo.  En cualquier caso, Maryland es un estado hermoso.  Ohio también, ya puestos.
F:  Supongo.  Columbus es una ciudad tremendamente futbolera.  ¿Está usted en el negocio de los ferrocarriles?
J: Ya no.  En cualquier caso, si me permite que se lo diga, al preguntarme debería decir si mi "línea" de trabajo es la de los ferrocarriles...  ¿Dónde vive?
F:  Estoy en el Ejército.  Soy Mayor.  Llevo en el Ejército la mayor parte de mi vida.  Viajamos mucho. (Suspira).  Nací en Nueva Hampshire.
J:  Una vez fui a un campamento femenino junto al lago Francis.
F:  Está bastante al norte.  ¿Cómo se llama usted?
J:  Eugenie.
F:  ¿Perdón?
J:  No es broma, lo digo en serio.  Loca pronunciación francesa incluida.
F:  Es bonito.
J:  Vaya, gracias.
F:  Supongo que sus amigos le llaman Jenny.
J:  Aún no, no lo han hecho, cosa que agradezco de corazón.  Pero usted puede llamarme Jenny.
F:  ¿Cómo le llaman sus amigos?
J:  Rosie.
F:  ¿Por qué?
J:  Mi nombre completo es Eugenie Rose.  De los dos nombres prefiero Rosie, porque huele a pastilla de jabón y a cerveza.  Eugenie es así como más frágil.
F:  Y sin embargo, cuando le pregunté su nombre me dijo que era Eugenie.
J:  Es posible que en ese momento me sintiera más o menos frágil.
F:  Nunca he sabido qué quiere decir esa frase, "más o menos".  ¿Es usted árabe?
J:  No.
F:  Me llamo Ben.  Bennett en realidad.  Me lo pusieron en honor a Arnold Bennett.
J:  ¿El escritor?
F:  No, un teniente coronel.  Era el oficial que mandaba a mi padre cuando yo nací.
J:  ¿Cuál es su apellido?
F:  Marco.
J:  El Mayor Marco.  ¿Es usted árabe?
F:  No.  No...
J:  Deje que se lo pregunte de otra manera.  ¿Está usted casado?
F:  No.  ¿Usted?
J:  No.
F:  ¿Cómo se apellida?
J:  Chaney.  Soy ayudante de producción de un hombre llamado Justin, que tuvo dos éxitos la última temporada.  Vivo en la calle 54, muy cerca del Museo de Arte Moderno, del que soy miembro con derecho a té, sin crema.  Vivo en el 53 oeste de la calle 54.  Apartamento 3B.  ¿Lo recordará?
F:  Sí.
J:  Mi teléfono es Eldorado 59970.  ¿Lo recordará?
F:  Sí.
J:  ¿Está usted apostado en Nueva York?  ¿Es "apostado" la palabra correcta?
F:  No es que esté apostado en Nueva York, estaba... apostado en Washington, pero me puse enfermo y estoy de permiso y voy a pasarlo en Nueva York.
J:  Eldorado 59970.
F:  Voy a ver a un viejo amigo que trabaja en un periódico.


Termina aquí el diálogo.  Sólo un apunte.  La traducción subtitulada (que yo he tomado sólo como referencia) intenta hacer un poco menos absurda la conversación, y esto me parece curiosísimo.  Por ejemplo, Rosie ya no huele a jabón ("jabón marrón" en el original, le he quitado el color para evitar la cacofonía) y a cerveza sino a café con leche, los personajes no se preguntan mutuamente si son árabes, sólo si lo que acaban de decir es árabe, y no hay mención alguna al té (ni a la crema) en el Museo de Arte Moderno, del que Jane pasa a ser únicamente "miembro privilegiado".  Extraño mundo el de la traducción.

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